¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Te has hecho alguna vez esa pregunta?
El despertador suena demasiado temprano en la mañana. Cuando finalmente te levantas tambaleando de la cama, calculando los minutos que te quedan para alistarte para ir al trabajo o a la escuela, corres a la cocina, todavía peinándote, agarras tu almuerzo del refrigerador y tal vez, si tienes tiempo, tomas un pedazo de pan para desayunar. Luego sales corriendo por la puerta, casi sin aliento. Tu mente está totalmente ocupada durante todo el día. Regresas a casa y cenas rápidamente porque tiene una cita por la tarde, una reunión en la noche en el club, o tienes que estudiar. Estás tan agotado en el momento en que tu cuerpo hace contacto con el colchón que no tienes la energía para reflexionar sobre el día. Y ya casi estás a punto de repetir el mismo proceso de nuevo en unas pocas horas. "Entonces"-te preguntas-"¿de qué se trata la vida?" La Biblia nos dice, "Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que aparece por un poco tiempo y luego se desvanece" (Santiago, capítulo 4: verso 14).
Mi infancia
Soy la segunda de cinco hijos. Crecí en un hogar donde me sentía protegida y no dudaba de que me amaran. Vivíamos en las afueras de la ciudad, en el campo, donde experimentamos la libertad de correr y jugar. Asistir a la escuela dominical y otros servicios semanales de la iglesia, así como leer la Biblia como una familia cada noche, era una rutina en mi infancia. Yo disfrutaba de aprender las historias de la Biblia en la escuela dominical, pero no necesariamente esperaba con ansias la predicación del Evangelio los domingos en la noche porque me hacía sentir incómoda. El predicador leía la Biblia que "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3: versículo 23). Sin embargo, el amor de Dios siempre estaba incluido en el mensaje a través de versículos como Romanos capítulo 5 versículo 8: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." A menudo, lo trataba de compartir el mensaje con mis amigos en la escuela, pero el problema era que yo misma no habían aceptado el mensaje para mí.
Vivíamos a unos 5 km de un pequeño pueblo de pescadores donde fuimos a la escuela. Cuando yo estudiaba en tercer grado, mis padres decidieron tener una reunión semanal que llamaban "Una hora bíblica con los niños". A pesar de oír acerca de mi pecado y del remedio de Dios por el pecado, yo continuaba pensando que tan solo era una niña y que mis pecados no eran realmente tan malos. Sin embargo, cuando tenía como 8 años, mi bisabuelo murió. Mientras estaba parada mirándolo en el ataúd, me di cuenta de que él estaba en el cielo pero que yo no estaba lista para encontrarme con Dios. Eso me molestaba por un tiempo y luego lo olvidaba. Que "traté" por mi misma de dejar de pecar, pero no funcionó.
A un paso de la muerte
Una tarde de otoño, el autobús escolar se dirigía a una parada para que mis dos hermanas y yo nos bajáramos en la intersección cerca de nuestra casa. Estábamos de pie en la gradas del bus, y la menor de nosotras estaba a punto de bajarse cuando el conductor del autobús cerró fuerte y repentinamente la puerta, haciendo que nos fuéramos hacia atrás y cayéramos una encima de la otra. El conductor había visto a tiempo lo que nosotras no vimos. Un granjero del lugar no se había dado cuenta el bus se había detenido, así que, para evitar chocar con su pick-up en la parte trasera del bus, hizo un giro rápido por la cuneta, acercándose a gran velocidad justo a un lado del bus, al lado de la puerta. El impacto fue terrible ya que el hombre se saltó del camión con sangre corriendo por su rostro, en su barba, y en sus manos. Nos fuimos a casa a llorando porque sabías lo que nos pudo haber pasado. Dios me estaba recordando que yo estaba a un paso de la muerte.
El temor de no estar preparada
La noche del domingo, 11 de septiembre de 1988, cuando regresábamos a casa de la reunión de la noche, yo iba escuchando la conversación de mis padres en el asiento delantero. Al parecer, en el periódico local había fechas prediciendo el regreso del Señor Jesús para llevarse a los cristianos (aquellos que ya tienen sus pecados perdonados). Mis padres siempre nos enseñaron que la Biblia dice que el Señor Jesús regresaría cuando menos lo esperábamos y que ni siquiera los ángeles saben la fecha de su egreso. ¡Yo estaba asustada! Por lo tanto, les pregunté si lo que decía el periódico era cierto. Ellos me aseguraron que "a la hora que no pensáis, el Hijo del Hombre (Jesús) vendrá" (Lucas capítulo 12: versículo 40). Sin embargo, eso me hizo pensar más seriamente en que debía estar preparada para encontrarse con Dios.
Yo tenía 12 años y todavía pensaba que había otros que eran más pecadores que yo, pero yo no quería quedarme en la tierra cuando Jesús regresara por mis padres y mi hermana mayor, quienes ya tenían sus pecados perdonados y estaban listos para encontrarse con Dios. Esa noche me quedé hasta tarde leyendo los versos de la Biblia y tratados sobre el regalo gratuito de la salvación de Dios , pero yo todavía estaba tratando de hacer algo para que Dios me dijera: "Bien hecho, puedes entrar al cielo porque te lo has ganado". Finalmente me quedé dormida, habiendo intentado muchas veces ganarme el cielo.
Por lo general, solía ser un madrugadora, pero curiosamente, al día siguiente me levante tarde. Encontré a mi mamá peinando a mi hermana Jeannette (la tercera hija), quien era tres años menor que yo. Jeanette tenía una gran sonrisa y me dijo que la noche anterior había aceptado el regalo de Dios para el perdón de sus pecados. Yo me alegré y le pregunté: "¿De verdad?". Después me puse a llorar: ella tenía lo que yo había estado tratando de obtener. Ella estaba lista y yo no. "¿Y si el Señor Jesús viniera hoy?" - pensé -"ella se iría también".
Finalmente encontrar el propósito
Ese día, yo no fui a la escuela sino que me puse a leer la Biblia. Alrededor de las 11 a.m. leí la última parte de Romanos capítulo 5, el versículo 6: "Cristo murió por los impíos". Por primera vez en mi vida me vi como una pecadora impía, que merecía sufrir en el lago de fuego para siempre a causa de mis propios pecados. Me puse de rodillas y le rogué a Dios que me perdonara mis pecados y le di gracias por enviar a Jesús a pagar, con su sangre, la cuenta por mis pecados . Al día siguiente, cuando fui a la escuela, mi profesor de 7 º grado me preguntó si me sentía mejor (Él pensaba que el día anterior yo había estado enferma).¡Él no sabía cuán mejor realmente me sentía!
Jeanette y yo pasamos semanas alabando a Dios, cantando y escribiendo canciones nuevas.Ambas teníamos un gozo que no habíamos tenido antes.
¿Quieres tener la paz que ahora disfruto?
Dios también te está esperando a ti. Él quiere darte la paz y el propósito que yo he encontrado. ¿Le pedirás que te perdone tus pecados pasado, presentes y futuros, para disfrutar de una vida nueva con propósito?
La Biblia dice: "Y el que viene a mí, yo no le echo fuera" (Juan capítulo 6, versículo 37).
Emily McCandless
Apartado 91, Santa Ana, El Salvador
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