
Un tanto conmovido, me dirigí a él para preguntarle si podía ayudarle en algo. El hombre me miró fijamente; un sufrimiento interno se reflejaba en su rostro y se traslucía en su voz cuando al hablar respondió amablemente:
"Gracias. si Ud. pudiera ayudarme, se lo agradecería muchísimo. Mi deseo es enviar un telegrama a un hijo, el menor. Fue al que más quise, y hace ya mucho tiempo que se fue de la casa después de haber hecho un gran daño a su madre y a mí. Desde entonces no supe más de él hasta ayer cuando recibí una carta, la única que me ha escrito y en ella me pide perdón por lo malo que ha sido, y a la vez me pregunta si yo deseo que él vuelva. Es tanto el deseo que tengo de verlo y de tenerlo de nuevo a mi lado que mi mano tiembla al escribir. Si Ud. me hace el favor, escriba: "¡Vuele, no nos debes nada, estás perdonado!"
Me sentí conmovido en verdad al oír tales expresiones del amor paterno.
Esta historia tan sencilla y tan tierna nos presenta un pálido reflejo del amor que Dios tiene para con nosotros. Por naturaleza todos somos pecadores, y al igual que el hijo rebelde e ingrato hemos ofendido a nuestro buen Dios causándole tristezas aún con nuestras maldades más pequeñas alejándonos cada vez más de Él.
Escrito está en Isaías 53:6 que "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se aparató por su camino", y otra vez en Romanos 3:12 leemos "Todos se desviaron a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno". Sin embargo, pese a toda nuestra maldad, "Dios que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó", nos ha enviado una carta preciosa, su Santa Palabra que nos dice:
"Venid luego y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana"
"Ven" dice Dios a todo ser humano que esté lejos y apartado de Él: "Vuelve. Ya te espero."
Sus propias palabras son las siguientes:
"Yo deshice como una nube tus rebeliones y como niebla tus pecados, VUÉLVETE A MÍ, porque Yo te redimí."
Vuelve pues al Padre Celestial, pero vuelve por medio del Señor Jesucristo, en quien tenemos redención, el perdón de pecados.
A.C.