¡Que Vuelva!

Era temprano aquel día en la mañana cuando llegué al telégrafo en el correo con el propósito de saludar a un amigo en el día de su cumpleaños. Al acercarme a la ventanilla me encontré con un caballero de cierta edad, que inclinado sobre una hoja de papel, parecía escribir algunas palabras, pero al observarlo con atención pude darme cuenta de que estaba muy emocionado; su mano temblorosa parecía no obedecerle.
Un tanto conmovido, me dirigí a él para preguntarle si podía ayudarle en algo. El hombre me miró fijamente; un sufrimiento interno se reflejaba en su rostro y se traslucía en su voz cuando al hablar respondió amablemente:
"Gracias. si Ud. pudiera ayudarme, se lo agradecería muchísimo. Mi deseo es enviar un telegrama a un hijo, el menor. Fue al que más quise, y hace ya mucho tiempo que se fue de la casa después de haber hecho un gran daño a su madre y a mí. Desde entonces no supe más de él hasta ayer cuando recibí una carta, la única que me ha escrito y en ella me pide perdón por lo malo que ha sido, y a la vez me pregunta si yo deseo que él vuelva. Es tanto el deseo que tengo de verlo y de tenerlo de nuevo a mi lado que mi mano tiembla al escribir. Si Ud. me hace el favor, escriba: "¡Vuele, no nos debes nada, estás perdonado!"
Me sentí conmovido en verdad al oír tales expresiones del amor paterno.

Esta historia tan sencilla y tan tierna nos presenta un pálido reflejo del amor que Dios tiene para con nosotros. Por naturaleza todos somos pecadores, y al igual que el hijo rebelde e ingrato hemos ofendido a nuestro buen Dios causándole tristezas aún con nuestras maldades más pequeñas alejándonos cada vez más de Él.
Escrito está en Isaías 53:6 que "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se aparató por su camino", y otra vez en Romanos 3:12 leemos "Todos se desviaron a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno". Sin embargo, pese a toda nuestra maldad, "Dios que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó", nos ha enviado una carta preciosa, su Santa Palabra que nos dice:

"Venid luego y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana"

"Ven" dice Dios a todo ser humano que esté lejos y apartado de Él: "Vuelve. Ya te espero."

Sus propias palabras son las siguientes:

"Yo deshice como una nube tus rebeliones y como niebla tus pecados, VUÉLVETE A MÍ, porque Yo te redimí."

Vuelve pues al Padre Celestial, pero vuelve por medio del Señor Jesucristo, en quien tenemos redención, el perdón de pecados.



A.C.